Rebelde con causa (mi primera camiseta punk)

Crónicas de la Resistencia x Pat

Las paredes de mi cuarto estaban llenas de pósters y fotos de seres que me llamaban irremediablemente la atención; lucían espectaculares y no veía el momento de escucharlos: Ramones, Iggy Pop, una foto de Patti Smith donde parece Rimbaud (con campera de cuero negra de tachas chiquitas y camisa blanca con los puños salidos y una seriedad que me impactaba marcándome con un estilo para toda mi existencia), las fotos de la Pelo de Pretenders donde Chrissie Hynde lucía tan segura empuñando una guitarra, The Clash, ni hablar!!! solo quería lucir como Patti Hearst y Paul Simonon y que mi ropa fuera un panfleto caminante. Rastreaba cualquier revista o pedazo de noticia que incluyera estos nombres en locales de revistas usadas, hasta que descubrí la Expreso Imaginario, una fuente cultural donde leí las crónicas de recitales de Los Violadores y una de Los Clash, Los avisos clasificados en la revista y las cartas de lectores mencionaban a varios punx locales, lo que me producía una gran curiosidad y atracción. Todos mencionaban el Parque Rivadavia y hacia allí comencé a dirigirme tímidamente. Ahí conseguí lo básico, End of the Century, London Calling y el primero The Clash, el de Patti. Era demasiado, sonaban exactamente como lucían (lo sabía!! no iban a decepcionarme!).
Creo que no sé describir el sentimiento que te produce escuchar música que cambiará tu vida, fue como descubrir la vocación de mi vida, fue como ver una luz, no todo era tan opaco y gris como lo que proponía una sociedad salida de años de represión, muerte, oscurantismo y cero de valor por la cultura, no existía la decisión personal, ni las convicciones, ni nada, habían matado a todos y atemorizado al resto!
La nota que leí en Expreso Imaginario sobre The Clash fue todo!!! Mencionaban su cultura roots reggae estudio one Jamaica, Sandinista! Muchas puertas se abrían y yo seguía tomando notas de nombres en un cuaderno y solo era buscar revistas e investigar por ahí, porque no hablaba con nadie y porque no era nada fácil conseguir esta información. Todavía habían discos, canciones, pelis, libros y personas prohibidas. Por una extraña coincidencia conocí un punk: Marcelo Clash, era uno de los que escribía incisivas críticas en la sección de correo de lectores de La Pelo y el Expreso, se trataba de arengas contra el rock nacional firmadas por este personaje u otros como el mismismo Hary B, Javier Huevos, Marcelo Poca Vida, Vil Baraja y otros nombres atemorizantes!! También leí una nota en la revista La Semana donde aparecían Vil Baraja y su esposa Mirta como punks más intelectuales, y están todos en las fotos: Fidel, Andrés Control, Virginia, Mónica , MPV. Lucían extrañísimos, como seres de otro planeta, hablamos de una época en que nada NADA salía del estereotipo gris del ciudadano. Había algún hippie y algunos heavies tipo V8/Riff –qué eran tan o mas extraños que los punks, pero no mucho más.
No paré hasta contactar por medio de un clasificado a Vil Baraja, había leído que el decía que los punks tenían muchas cosas claras, eran críticos del sistema y que a pesar de lucir tan descontrolados y malos tenían una visión inconforme de la sociedad y planeaban cambiarla. Sentía que era lo mío, pero hacerse punk en esas épocas era muy difícil. En tu casa, en el barrio, en tu grupo de amigos, en todos lados una mirada hostil te condenaba. Requería una gran valentía y el estar decidido a pelearse, bancársela, salir a la calle, era una cuestión muy seria. Contacté a Vil, el tenía un zine llamado Reacción punk. Vino (desde La Plata) un sábado hasta mi casa en Boedo, yo recién me había cortado el pelo como pude y me trajo de regalo una cinta con el primero de Damned, el primero de Los Clash y unos temas de su banda Los Baraja.
Yo me iba a la cama escuchando I feel allright y So messed up, eran la Biblia, y para despertarme The Clash en el Winco que estaba al lado de la cama. Cuando vi la peli Rude Boy donde hay una escena similar sentí que andaba bien encaminada.
Me iba haciendo de ropas punks pero no sabía como, los veía de lejos en la puerta de los recitales y eran todos muy zarpados y especiales. Así que opté por el saco de un traje de mi papa, tiradores de mi abuelo, pantalones y remera negra alfileres y pins ultra artesanales con inscripciones contra la sociedad.
Comencé a cartearme con Tommy Gun, un punk de Wilde que resultó una gran influencia en mi, me envió por correo el libro PUNK LA MUERTE JOVEN, ¿lo podés creer? me lo devoré en un día. Las fotos, los testimonios, el vocabulario, la propuesta, esto era lo mío: gente que no encajaba, querían hacer lo que les daba la gana sea protestar, no estudiar, no trabajar, tener una banda, hacer un fanzine, escuchar música y hacer las cosas de otra forma. Un gran plan que salvaría mi vida de cierto modo, yo no tenía futuro, miraba a la gente hacer sus vidas diarias y lloraba, me negaba a eso, pensaba que tenía que haber algo mejor, algo más satisfactorio personalmente. Yo era triste, tímida y tuve mi primer crisis existencial grave que me dejó un mes entero sin hablar. Recuerdo que mi mamá se preocupaba de que fuera tan introspectiva y no quisiera ver ni a mis amigas de softball ni de la escuela, ni continuar en la universidad., en fin, los típicos problemas. Después de muchas dudas e indecisiones, de leer ese básico e imprescindible libro de Juan Carlos Kreimer , mas algunas notas de revistas periódicos locales en las que todos coincidían en lo mismo: “Cualquiera puede tener una banda, tocar, cantar; no hay ningún título que habilite ni ninguna regla fija para hacer punk rock.”, eso hice. Yo no sabía tocar nada, solo tenía muchas ganas y una guitarra criolla a la que aporreaba sin ningún tipo de talento, jamás había podido acceder a estudiar instrumentos, mis padres no podían pagármelo.
Yo creo que es difícil imaginar el impacto que causaba algo nuevo como el punk en ese momento, vuelvo a mencionar que recién salía el país del oscurantismo terrible de la dictadura cuya horrenda influencia permanecía viva en la gente, en la educación, en la policía. Y si bien disfrutaba muchísimo las miradas desaprobatorias de los transeúntes pronto conocí el precio del rechazo: era todo un logro encontrar un bar en el que te dejaran sentar a consumir algo, denuncias de vecinos, ser detenidos una y otra vez. De ahí adquirí mi seriedad, era la forma que había elegido para mostrarme ante los demás: seria, crítica, punk.
Fui a un par de recitales en los que me quedaba en la vereda de enfrente observando. Yo los respetaba pero era demasiado tímida para acercarme, fui a dos recis finalmente (en uno caí presa como todos los demás) pero no parecía que nadie fuera a hablarme jamás. Como ya dije aparecían avisos clasificados en las revistas Pelo, en el Expreso Imaginario firmados por los punks locales, para comunicarse, para detectar a otros iguales. Parecían las señales que tiran los astrónomos en búsqueda de civilizaciones en el universo. Así que yo también puse un aviso en “Segunda Mano” pensando que nadie lo iba a ver, me ofrecía para tocar y cantar: ¡qué caradura!!. Me llamó todo el mundo (éramos muy pocos) y los que me parecieron mas amables y mas inofensivos fueron un tal Marcelo y alguien mas del grupo Los Inservibles. Era lejos, el ensayo, en Beiró y General Paz, pero fui y me trataron excelentemente. En ese momento era casi implícito el tema de tomar pastas anfetamínicas, alcohol, pegamento, aspirar, cualquier cosa que pegue, estaba “súper bien visto”, el reviente parecía inevitable; para una persona con problemas de comunicación y relación como yo calzaba todo perfecto (angustia y descontrol de por medio). La cuestión fue que los chicos de Los Inservibles me colgaron una guitarra Faim Les Pauls negra y me enseñaron a tocar quintas. En seguida me pasaron las canciones y a las dos semanas me consiguieron una guitarra que estaba en venta. En LOS INSERVIBLES estaban: Marcelo (cantante), Jose Luis (baterista excelente que tocaría en Cadáveres de niños, Mutantes del Kaos y otras bandas más). Me costó aprenderme los temas pero lo hice, lo difícil fue cuando me pasaron las letras ya que para entonces estaba bastante politizada y no me gustaba mucho lo que decían , pero tampoco podía cambiarlas: tenía que usar esta oportunidad de estar en un grupo que era lo que soñaba desde pequeña. Ensayaba con ellos pero también por otro lado había conocido a los punks del centro a quienes había considerado tan atemorizantes en el pasado: Gamexane, Marcelo Poca Vida, Fidel, Manners, Ana, Virginia, Mónica. Ellos no es que fueran del centro, todos eran de distintos lugares (Lanús, Zona Norte, Mar del Plata, etc.,) pero iban a Vinicius, Einstein, etc. Yo salía con una botella de vidrio vacía, iba a la ferretería de dos cuadras de lo de mis viejos, compraba bencina y me aspiraba una buena parte antes de subir al colectivo 85. Luego bajaba en Beiró y Gral. Paz cruzaba la autopista, paraba en un pastizal y me aspiraba media botella y así iba fumando 43/70 caminando haciendo curvas hasta el ensayo. Tocamos varios shows, en el Hardrock de Vicente López aquel verano 83/ 84, donde también tocaron Comando Suicida, Muerte Civil, Día D y otros y luego dos conciertos mas, porque los recitales eran tres o cuatro o cinco por año, no mas (al menos esos 1983 y 1984 y un poco también el 85). Era todo demasiado esporádico. Con intermitencias seguimos hasta el año 1985 cuando dimos nuestro ultimo show en una escuela en Lanús Oeste y cayó la policía y fuimos todos presos por cuatro contravenciones: 30 días tras las rejas, que al final solo fueron siete. Para este entonces había adquirido la mala costumbre de tomar mucho y tener capacidad para tomar cada vez mas, los edictos ese día fueron: ebriedad, desacato a la autoridad, escándalo en vía pública, resistencia a la autoridad. Cuando salí del centro de Detención de Remedios de Escalada (para mujeres) ya tenía otra banda en mente con Pablo Rodríguez (el chino tatoo), Carlitos Casanovas, Manners y yo. El nombre lo tenía en el corazón también: SENTIMIENTO INCONTROLABLE, pero bueno, esa ya es otra historia.